Los robots ya están aquí

  • Los autómatas han empezado a atender en sus casas a personas mayores que quieren sentirse seguras sin renunciar a su independencia y pronto saltarán a otras áreas de la vida cotidiana

  • El profesor universitario japonés Hiroshi Ishiguro, con su androide réplica Gemonoid HI


    "Los robots estarán con nosotros dentro de nada", augura Helena Matute, catedrática de psicología experimental de la Universidad de Deusto. Se refiere a máquinas físicamente parecidas a nosotros, que aprenderán a hacer cosas como aprendemos nosotros, que tomarán decisiones emocionalmente, como nosotros, y por las cuales acabaremos sintiendo afecto, porque "los humanos cogemos cariño a otros humanos, animales y cosas". Un escenario hasta hace poco de ciencia ficción sobre el que hace unos días la investigadora reflexionó en un acto organizado en Bilbao por la Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco.
    "La Humanidad podría llegar a dividirse muy pronto en dos grandes grupos en cuanto a su relación con los robots: aquellos que los aceptan como amigos, compañeros, parejas, cuidadores, policías, maestros, médicos, científicos, jueces, bibliotecarios, banqueros... y aquellos a los que la sola idea de pensar en un mundo compartido con los robots les produce náuseas, y piensan que deberíamos exterminarlos lo antes posible", dice Matute.
    Según una reciente encuesta, un tercio de la población de Reino Unido teme que los robots se subleven; también uno de cada tres tiene miedo a ser sustituido en su trabajo por un robot; un 42% espera que reemplacen a los profesores humanos en las aulas; a un 11% le gustaría tener un niño robot como el David de 'Inteligencia artificial' -la película de Steven Spielberg-, y un 17% estaría dispuesto a "tener sexo con un androide". El sondeo se hizo a principios de mayo con motivo del estreno en el canal UKTV de la serie 'Almost human' -en España, la emite AXN-, protagonizada por una pareja de policías en la que uno es un androide y en la que se repiten los clichés de producciones similares con hombre y mujer o blanco y negro.
  • Asistentes domésticos
    Matute cree que en cinco años tendremos a los robots en casa. "Los robots asistentes son una prioridad para la UE, que financia desde hace años el proyecto Robot-Era y otros similares, dirigidos a mejorar la calidad de vida de personas mayores que viven solas". Los acompañantes mecánicos ya son capaces de recordar a sus dueños la medicación a tomar, les calientan y sirven la comida, les animan a salir a dar una vuelta... "Se están probando en pisos tutelados y residencias", indica la científica.
    Al igual que en la película 'Un amigo para Frank', en el mundo real el recelo inicial hacia la máquina da paso poco a poco a la confianza y al apego, mayor cuanto más humana parece. "Se dan casos de celos, cuando un mayor se siente más a gusto con el robot que con un hijo, y de tristeza, cuando dejan un robot de prueba en una casa y llega el momento en que debe volver al laboratorio". El apego es mayor en los niños, que "lo pasan muy mal en las despedidas".
    GiraffPlus, un autómata con apariencia de poste coronado por una pantalla táctil, funciona experimentalmente en Andalucía y ha hecho la vida más fácil a Adolfo Marcos, un viudo de 84 años de Estepona (Málaga). El hombre, contaba hace unos días la agencia Efe, quiere vivir solo y se siente “más seguro” desde la llegada del robot a casa. La máquina, a la que ha bautizado como La Sueca por ser ese su país de origen, le mantiene en contacto con su familia y sus médicos. GiraffPlus empezará a venderse a finales del año que viene por un precio aproximado de 4.000 euros la unidad. Según la Comisión Europea, el mercado de los robots y dispositivos asistenciales para las personas mayores alcanzará en 2016 los 13 billones de euros.
    No todos los robots son iguales. No es lo mismo uno diseñado para ayudar a mayores con plenas capacidades que otro para acompañar a niños enfermos o ancianos discapacitados, ni uno policía que otro que sirva para representarnos físicamente en una reunión a la que no podemos asistir en persona. En este último caso, buscaremos que sea una especie de otro yo que reproduzca los gestos que hagamos a cientos o miles de kilómetros de distancia de la sala de reuniones."No queremos que un robot policía sea como una madre, pero sí que lo sea un robot de guardería. En Japón, el bebé foca Paro es un éxito", apunta la psicóloga. Se usa con niños hospitalizados y ancianos con enfermedades neurodegenerativas. "Hay otro robot, Nao, que está dando muy buenos resultados con niños 
  • De la fábrica al laboratorio
    La asistencia doméstica y la salud son los campos que Matute considera abonados para los robots en un primer momento. Luego, se extenderán. Habrá puestos de trabajo que desaparecerán, como ocurrió en su día con los vendedores de hielo. "Va a haber muchos cambios en el mercado laboral", empleos para los que ya no harán falta humanos y otros nuevos consecuencia de la revolución robótica. Pero, a juicio de la psicóloga, sería "un gran error" pensar que los robots van a limitarse a tareas rutinarias o mecánicas, a cadenas de montaje y puestos parecidos.
    "Los científicos estamos dejando ya el proceso de búsqueda de información en manos de robots que relacionan conceptos y cosas que leen aquí y allá". De hecho, hace cinco años, investigadores británicos presentaron a Adam, un robot capaz de proponer hipótesis y probarlas experimentalmente. Y en octubre James Evans, sociólogo de la Universidad de Chicago, aventuraba que los robots científicos tendrán la ventaja de ser más creativos, arriesgados, persistentes y asimilar más información que los humanos. ¿Quiere decir esto que los científicos tienen los días contados? No, que tendrán que reinventarse y empezarán dentro de poco a colaborar con cerebros mecánicos.
    También hay usos inquietantes para los robots. En diciembre, Google compró Boston Dynamics, una fabricante de autómatas cuyo principal cliente es el Pentágono. ¿Cómo serán los robots militares?, ¿qué autonomía se les dará? Inmediatamente, vienen a la mente escenarios apocalípticos en los que las máquinas, como la Skynet de 'Terminator', se rebelan. "Me dan miedo los robots militares. No me tranquiliza que se diga que estarán bajo control humano", reconoce Matute.
  • Otros empleos desaparecerán, como el de recepcionista de hotel, tal como indicaba hace poco el periodista Fernando Gallardo en una entrada de su blog 'El foro de la ruina habitada'. Y puede que muy pronto. "El grupo Accor acaba de anunciar que a lo largo de 2014 sustituirá en 1.000 de sus 3.600 hoteles los mostradores de recepción por un servicio automatizado de 'check-in' y 'check-out' desde aplicaciones móviles. Otras cadenas internacionales, como Hyatt o Intercontinental, ya iniciaron hace un año el proceso de automatizar el registro mediante dispensadores semejantes a los operativos en los aeropuertos. Las demás esperan ver resultados para animarse a reconvertir sus mostradores de recepción", dice Gallardo.

Emociones e inteligencia
Los robots del futuro tendrán emociones. Las aprenderán por imitación, como hacemos los humanos en la infancia y ya sucede con algunos prototipos. "¿Para qué necesitamos robots con emociones? Los experimentos demuestran que los niños quieren robots simpáticos, que compartan emociones. De momento, son fingidas, pero acabarán siendo funcionales", adelanta la psicóloga. Además, añade, "la emoción influye en la toma de decisiones".
Si queremos robots que decidan determinadas cosas -por ejemplo, en la asistencia sanitaria-, no pueden ser máquinas frías y calculadoras. Basta un ejemplo para entenderlo. Un paciente en un hospital está en estado crítico tras un accidente. Si muere, sus órganos pueden trasplantarse a tres o cuatro enfermos graves. Una vida contra cuatro. Una máquina fría y calculadora dejaría morir al accidentado por el 'bien mayor'. Un robot con emociones, que pensara como un humano, no lo haría.
Los robots ya adquieren habilidades como lo hacemos nosotros, mediante la imitación y la práctica. Un autómata con capacidad de aprender es como un libro en blanco. Todo depende de lo que se escriba en él. "Aprenderán cosas diferentes según la familia o el entorno en el que estén y se darán casos en los que el usuario enseñe al robot cosas que no debe". Cada unidad que salga de la fábrica acabará siendo diferente al resto de sus compañeros.
Si tienen emociones, son inteligentes y capaces de aprender, nos enfrentamos a un dilema ético: "¿Vamos a esclavizarlos? ¿Les concederemos derechos?". ¿Qué es la esencia de la humanidad, la biología? ¿No puede un ser mecánico ser humano? ¿Es un humano menos humano por llevar un brazo biónico? ¿Acaso Roy, el replicante de 'Blade runner' angustiado porque nos sabe cuál es su fecha de caducidad, cuándo va a morir, no es en su desesperación tan humano como un humano?


'El valle inquietante'

Son preguntas inquietantes que se reflejan en nuestra actitud hacia los robots según su apariencia. Cuando se trata de cajas metálicas, nos pueden resultar indiferentes; si tienen expresión, como Wall-E, despiertan la ternura; con los humanoides metálicos como C-3PO, somos aún más empáticos; pero, si parecen casi humanos y, sin embargo, 'se les ven los cables', nos provocan desasosiego. "Es lo que se conoce como 'el valle inquietante', explica Matute, quien cree que ese recelo desaparece si su artificialidad no es evidente, como pasa con los robots de 'Inteligencia artificial' y 'Blade runner', y con el 'defectuoso' de 'Yo, robot'.

¿Le parece un futuro de ciencia ficción? Por ahora, lo es, pero puede estar a la vuelta de la esquina. "La investigación está bastante avanzada. En este momento, cada laboratorio trabaja en un aspecto diferente: la comprensión del lenguaje, el aprendizaje, la movilidad facial -hay robots con rostros de silicona que imitan a la perfección los gestos humanos-, el seguimiento de la mirada... Todo eso y mucho más se está ensayando en miles de robots en todo el mundo. Cuando todo ese conocimiento se una en un solo robot, será impresionante", dice Matute.
Quizá, demasiado. Hay quien ve la inteligencia artificial como una amenaza: supondría la aparición en nuestro planeta de otro ser pensante que sería, de partida, mucho más poderoso que nosotros. "El éxito en la creación de la inteligencia artificial sería el avance más grande en la historia humana. Por desgracia, también podría ser el último", escribía hace unas semanas el cosmólogo Stephen Hawking en 'The Independent'. En noviembre de 2012, la Universidad de Cambridge anunció la puesta en marcha del Centro para el Estudio del Riesgo Existencial, una iniciativa del filósofo Huw Price, el cosmólogo Martin Rees y Jaan Tallin, cofundador de Skype, cuyo objetivo es investigar las tecnologías que pueden llegar a ser peligrosas para nuestra especie. La primera amenaza sobre la que llamaron la atención es la inteligencia artificial.
En 1993, el escritor de ciencia ficción Vernor Vinge preveía que, treinta años más tarde, seríamos capaces de "crear inteligencia sobrehumana. Poco después, la era humana se acabará". No se refería a que las máquinas vayan a terminar con nosotros, sino a que las consecuencias de ese gran salto tecnológico, que se intuye próximo, resultan impredecibles.

Noticia publicada por: elcorreo.com