El responsable es don José Prado Crespo, el fundador del mítico Café Central. Cada cliente tenía su gusto... hasta que alumbró este catálogo autóctono y sentimental
El origen de este catálogo autóctono y casi sentimental sobre las formas de pedir un el café tiene su historia. No está escrita en los libros, pero sí en el imponente azulejo que preside uno de los establecimientos con más sabor de la capital: el Café Central, en la plaza de la Constitución. Allí se ilustra a la perfección que a la hora de tomarlo también existen los matices. Que se lo pregunten si no a su fundador, don José Prado Crespo, que puso en marcha el local en plena posguerra y que contemplaba desde la barra cómo cada cliente pedía su café al gusto, de modo que siempre tenía que hacer un poco más o desechar el sobrante hasta que el nivel del vaso se ajustara, exactamente, a cada exigencia.
Esa forma de señalar con los dedos era bastante imprecisa, así que don José ideó una lista con los nueve gustos diferentes a la hora de pedir el café: de menos a más cantidad, desde entonces se pudo escoger entre una nube, un sombra, un corto, un entrecorto, un mitad, un solo corto, un semi largo, un largo o un solo. Nueve estilos diferentes con los que ajustar la dosis y aprovechar todo el género.
Sólo quedaba un pequeño problema por pulir, según relata en el propio blog del Café Central: a don José le faltaba un elemento más para que en el cartel sumaran diez y la composición quedara 'redonda', de modo que preguntó entre clientes y tertulianos cuál era el café que faltaba. Finalmente fue uno de sus camareros, un gitano con mucha gracia, el que le resolvió la duda: “Falta el no me lo ponga”. Y así fue como la broma quedó plasmada en el cartel a modo de vaso vacío.
La clasificación fue tan útil que con el paso de los años la marca de café local Santa Cristina le pidió permiso al fundador del Café Central para poder utilizarlo en su publicidad, de ahí la presencia repetida de la selección en paquetes de café, servilleteros y otros productos relacionados con la tradición de tomar un buen café... y hacerlo en su justa medida.
Estas y otras muchas anécdotas forman parte de una ruta cultural por los cafés y cafeterías de Málaga, cuya época de esplendor en esta tradición se remonta a la segunda mitad del siglo XIX. El itinerario lleva la firma de la empresa cultural Cultopía, que rescata la historia de Málaga a través de itinerarios como éste y cuya próxima cita en la agenda tendrá lugar el próximo 25 de enero. La visita dura dos horas y en ella se conocerán todos los detalles de esta cultura del café. El recorrido incluye, como no podía ser de otra manera, parada y consumición en el Café Madrid. Una vez allí, la elección es sencilla: nube, sombra, mitad... y así hasta diez.
La clasificación fue tan útil que la marca de café local Santa Cristina le pidió permiso al fundador del Café Central para poder utilizarlo en su publicidad
Fuente: diariosur.es