En 2009, mientras que vivía en el extranjero, la artista Iris de Scott descubrió algo que cambiaría su carrera artística para siempre. Por la pereza de no limpiar sus pinceles, decidió usar sus dedos en su lugar, y al ver los resultados quedó tan encantada que decidió seguir trabajando de esta manera.
En 2009, mientras que vivía en el extranjero, la artista Iris de Scott descubrió algo que cambiaría su carrera artística para siempre. Por la pereza de no limpiar sus pinceles, decidió usar sus dedos en su lugar, y al ver los resultados quedó tan encantada que decidió seguir trabajando de esta manera.