Rosa González dona al CSIC un meteorito que cayó del cielo en León hace 83 años y guardó como un tesoro en una cajita


Se oía un ruido «como de un avión», y parecía que el cielo estaba cubierto. Por ello, hace 83 años cuando Rosa González tenía 11 decidió hacer una parada en el pueblo leonés de Ardón de camino a un recado y ponerse a resguardo, hasta «que se pasó». Entonces, retomó su rumbo y escuchó un «clac clac» tras de sí. Allí encontró una piedra, que «quemaba. No se podía tocar», pero que la curiosidad le obligó a tomar. Con la ilusión de una niña la guardó como un tesoro en «una cajita» que no destapó hasta hace un lustro, explicó ayer ABC esta chiquilla que hoy ya tiene 94 años y que ya puede decir que tuvo en su poder un trozo de meteorito. Aún recuerda ilusionada y con todo detalle aquel momento en el que llegó a sus pies un pedazo del universo, que ha donado al Museo de Ciencias Naturales del CSIC.
Lo recuerda como si fuera ayer. El ruido de la roca; la soledad a su alrededor, miró a todas las direcciones creyendo que alguien «me la pudiera haber tirado, pero no había nadie»; y su apariencia, era negra,«brillaba por dentro que daba gusto verlo» y «quemaba mucho». De hecho, en un principio la «deje allí», y siguió rumbo a su recado, pero a la vuelta sucumbió a la tentación y pese a que aún estaba caliente decidió llevársela a casa. Para ello, tuvo que ir alternado en sus manos el hallazgo con una fría botella de vino que hiciera más soportable la temperatura. En su casa, «nadie se explicaba» qué era aquello que había caído sobre Ardón.
Un pequeña caja fue el hogar que dio a ese meteorito que aterrizó en León, y allí durmió desde 1931 hasta hace unos cinco años, cuando a la vuelta a su hogar se topó con el escondite. «Ya no me acordaba ni de dónde estaba». Una vez con él de nuevo en sus manos, acudió a sus sobrinos y les «di la piedra para ver qué misterio tenía», y uno de ellos, José Antonio González, pensó que podría ser importante y se puso en contacto con el investigador Josep María Trigo, del Grupo de Meteoritos del Instituto de Ciencias del Espacio del CSIC, que ahora lo tiene en su poder. Y ella, «encantada», asegura sonriente desde su casa en León.

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